Archive for enero, 2007

Cuatro dientes

Hoy tuve la revelación de un enojo, bastante grande.

Mientras estaba sentada esperando a mi hija de cinco años en el dentista, pensé ¿y si no es lo mejor para su joven dentadura?, ¿y si es alérgica al alfo que yo no sé? Y si reacciona?, ¿y si arma un súper berrinche de los que ella hace?, ¿y si se desangra en la noche? ¿….y si se hace anoréxica a los 10 o a los 15? ¿y si …?

Esto de ser divorciada, después de los 30, y dedicada a mi hija, mi familia, las amigas y el trabajo, me deja más loca o me hace más loca. Después de un año de terapia, todavía no aprendo a dejar de pensar en lo que viene y esperar, tomar la vida con más calma no es para mí, o eso parece.

Cuando me dice la dentista, que hay que sacarle cuatro dientes por que no tiene espacio, ¿Qué? ¿Eso cómo? ¿de dónde? ¡Eso no esta en mis genes!… Son sus otros genes raros, con los que carga, eso de los dientes chuecos; definitivamente no es de mi familia, ¡jamás lo había visto!, claro, es de su padre…

La paternidad compartida, ¿cómo será?, ¿más llevadera o más problemática?, ¿más segura?. Con su padre no la quiero ni imaginar, así que definitivamente confirmo mi atinada decisión, más vale sola que mal acompañada. De todos modos, lo más probable es que siempre la decisiones, importantes o no, las habría tomado sola, solamente presentando cuentas.

Pienso que la vida de muchas mujeres es así, solas, tomando decisiones y presentando cuentas; aunque parezca que están acompañadas, aun conociendo y esperando la presencia de genes raros, que determinen los dientes chuecos…

 Claro hay excepciones, y seguramente muchas. Así que mi enojo se resume al hecho de no conocer los genes raros, los genes diferentes con los que mi hija carga, esos que otras madres si conocen. Un hijo te sorprende todos los días, para mi esos dientes chuecos sin espacio lo han sido, como mil cosas may, cosas suyas y también las aprendidas y las heredadas, de su papá o de mí; eso debe ser en todas las madres, las solteras, las medio solteras, las casadas y felices, nada puede ser perfecto.

Pero sola o acompañada, esa cara a las cinco de la mañana, con el dinero que le dejo el  ratón, no la cambio, ni por la seguridad de una decisión compartida, ni por estar medio acompañada, ni por haber esperado la aparición de unos dientes chuecos por herencia.

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